ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS
El texto de género periodístico, escrito por Elvira Lindo, consta de un título y de tres párrafos (estructura externa).
En cuanto al contenido, podría dividirse en dos partes, las cuales son:
1. Primera parte (los dos primeros párrafos): Descripción del comportamiento de un niño en su etapa de desarrollo.
1.1.Infancia (primer párrafo)
1.1.1. El niño presta su atención a la televisión en vez de a la visita.
1.1.2. Tiene a sus padres a su servicio.
1.2.Adolescencia (segundo párrafo)
1.2.1. Descripción física: granos, bigote, ensanchamiento en la mandíbula, etc.
1.2.2. Su comportamiento sigue inmutable: sofá y tele.
1.2.3. Sus padres lo excusan ante la visita.
2. Segunda parte (último párrafo): reflexión ante este comportamiento.
2.1.Sus padres han luchado por su autoestima.
2.2.El niño tiene su propio mundo basado en lo poco que le han enseñado la tele y los estudios.
2.3.Nunca se preocupará por temas mayores: se ha convertido en un idiota al igual que todos.
TEMA
La mala educación
nos hace idiotas al igual que al niño que se presenta.
RESUMEN
En el texto se
describe el comportamiento de un niño maleducado que no es capaz ni de levantar
la vista de la televisión para saludar a una visita. Esta manera grosera de ser
no le cambia, continúa hasta su adolescencia. La autora señala que nunca será
capaz de ver más allá de su pequeño mundo, ya que se está convirtiendo en un
idiota, al igual que muchos.
COMENTARIO CRÍTICO
El texto de género
periodístico escrito por Elvira Lindo comienza como si se tratase de una historia.
Cuenta la vida del típico niño consentido y mimado que acaba volviéndose como
un ser independiente de su familia. Sé lo que es eso y, la culpa no es del
niño, siendo de quiénes lo educan.
El niño del
fragmento no sabe hacer otra cosa que ver la tele, “la caja tonta” según mi
abuela. Poco le aporta a un niño ver la televisión. No hay más que telenovelas
sudamericanas, programas del corazón (que no saben ya ni de quien hablar ni que
inventarse), informativos que cuentan millones de desgracias que a nadie parece
importar, programas de política (¿Qué será eso de la política?), programas que
critican a otros programas o dibujos animados cada vez más horripilantes. Yo si
tuviese un hijo no dudaría en ponerle cintas de Feliz Rodríguez de la Fuente,
por lo menos algo realista en una sociedad que poco tiene de real.
Continuando la
historia de aquel niño. Ese niño crece. Sus padres anhelan que cambie de
actitud de manera repentina, con luz solar o con algo de aire de la calle. Sí,
es extraño, pero asombrosamente ese niño no cambia ni cambiará. Como bien
apunta Elvira Lindo, se unirá al bando de los ignorantes, al rebaño de ovejas.
Ahora nos podríamos
plantear, ¿por qué pasa esto? ¿Tienen la culpa los padres del niño por la mala
educación que le han ofrecido? ¿Tienen la culpa esos dibujos animados
japoneses? ¿Tienen la culpa los profesores, que no han sabido sacarlo de aquel
sofá? ¿Tiene la culpa la visita por no haberle arreado un guantazo? ¿O tienen
la culpa los padres de sus padres por haber hecho lo mismo con sus
progenitores?
En definitiva, la
culpa no es de nadie. Es de todos. Todos deberíamos tratar de despertar ese
instinto de curiosidad, de emprender, de tener ganas de luchar, de superación…
ya sea en nosotros mismos o en el prójimo. Si fuese la visita le diría al niño
que tuviese la decencia de levantarse a saludar y no quedarme callada junto a
la puerta. Si fuese sus padres, le hubiese enseñado lo que es el respeto. Si
fuese su profesor, le hubiese dicho que la próxima vez que se duerma en clase
no entraba más. Y si hubiese sido su compañera le hubiese tratado de enseñar
que el mundo exterior es mucho mejor que esa pantalla de la televisión. Y
entonces, si todos hubiésemos puesto de nuestra parte, el niño hubiese cambiado
y ahí es cuando entonces se hubiese empezado a preocupar por todo y por todos
un poco más. Nunca es la culpa de uno solo.
1 comentario:
Todo bastante bien.
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