martes, 5 de mayo de 2015

Comentario crítico del fragmento de la obra 'San Manuel Bueno, martir''

Nos encontramos ante un fragmento de la obra San Manuel Bueno, martir del autor noventayochista Miguel de Unamuno. En ella se expresa el conflicto interior de un cura de pueblo que lucha internamente contra su falta de fé. Por tanto, presenta algunas de las preocupaciones típicas de la época de la obra, relacionadas con la religión y la angustia existencial.

En el texto se narra la confesión de San Manuel de su falta de fé a Lázaro, a quien le explica que su afán de promover dicha creencia en su pueblo radica en el consiguiente consuelo de los mismos y en el suyo propio, pues ayudando a los demás a ser felices consigue San Manuel su felicidad.
Se muestra pues, tanto en el fragmento como en la obra en sí, el conflicto entre la angustiosa verdad y la mentira paliativa.

Independientemente de si deberíamos o no tener fé en una vida eterna después de la muerte, lo que sí es cierto es que el hombre, confuso por no saber con determinación qué pasara después de morir, siempre ha tenido el impulso de buscar algo más. Y ese algo más unos lo encuentran en la religión, otros en posturas filosóficas de la vida. No obstante, hay algo además de la confusión que nos lleva a creer en una segunda vida eterna: el egocentrismo. Nos sentimos a veces tan importantes en el mundo que no nos resignamos a creer que desapareceremos totalmente, y, en realidad, cada uno de nosotros somos una pequeñísima parte de todo lo que nos rodea.

No obstante, tenemos que aprender a asumir que somos pequeños pero que cada vida es muy grande. El progreso está fuera del engaño y fuera también de lo que predica San Manuel. Tenemos que llegar a ser una sociedad consciente del valor de la vida en sí misma, de la nuestra y de la de los demás, pues es de la única de la que tenemos seguridad. Cada persona es libre de tener su opinión e ideología personal, pero deberíamos plantearnos vivir la vida que tenemos sin esperar que vayamos a tener otra mejor. Se trata de moldear la vida para que sea lo más intensa y completa que se pueda, de llegar al último día y sentirte satisfecho con todo lo que has vivido.

Sólo así llegaremos a amarnos a nosotros mismos y al resto de vidas que nos rodean.

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