lunes, 11 de mayo de 2015

"El idiota" - Elvira Lindo (comentario completo)

ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS

El texto de género periodístico, escrito por Elvira Lindo, consta de un título y de tres párrafos (estructura externa).
En cuanto al contenido, podría dividirse en dos partes, las cuales son:

1.      Primera parte (los dos primeros párrafos): Descripción del comportamiento de un niño en su etapa de desarrollo.

1.1.Infancia (primer párrafo)
1.1.1.      El niño presta su atención a la televisión en vez de a la visita.
1.1.2.      Tiene a sus padres a su servicio.

1.2.Adolescencia (segundo párrafo)
1.2.1.      Descripción física: granos, bigote, ensanchamiento en la mandíbula, etc.
1.2.2.      Su comportamiento sigue inmutable: sofá y tele.
1.2.3.      Sus padres lo excusan ante la visita.

2.      Segunda parte (último párrafo): reflexión ante este comportamiento.
2.1.Sus padres han luchado por su autoestima.
2.2.El niño tiene su propio mundo basado en lo poco que le han enseñado la tele y los estudios.
2.3.Nunca se preocupará por temas mayores: se ha convertido en un idiota al igual que todos.


TEMA
La mala educación nos hace idiotas al igual que al niño que se presenta.


RESUMEN

En el texto se describe el comportamiento de un niño maleducado que no es capaz ni de levantar la vista de la televisión para saludar a una visita. Esta manera grosera de ser no le cambia, continúa hasta su adolescencia. La autora señala que nunca será capaz de ver más allá de su pequeño mundo, ya que se está convirtiendo en un idiota, al igual que muchos.


COMENTARIO CRÍTICO

El texto de género periodístico escrito por Elvira Lindo comienza como si se tratase de una historia. Cuenta la vida del típico niño consentido y mimado que acaba volviéndose como un ser independiente de su familia. Sé lo que es eso y, la culpa no es del niño, siendo de quiénes lo educan.

El niño del fragmento no sabe hacer otra cosa que ver la tele, “la caja tonta” según mi abuela. Poco le aporta a un niño ver la televisión. No hay más que telenovelas sudamericanas, programas del corazón (que no saben ya ni de quien hablar ni que inventarse), informativos que cuentan millones de desgracias que a nadie parece importar, programas de política (¿Qué será eso de la política?), programas que critican a otros programas o dibujos animados cada vez más horripilantes. Yo si tuviese un hijo no dudaría en ponerle cintas de Feliz Rodríguez de la Fuente, por lo menos algo realista en una sociedad que poco tiene de real.

Continuando la historia de aquel niño. Ese niño crece. Sus padres anhelan que cambie de actitud de manera repentina, con luz solar o con algo de aire de la calle. Sí, es extraño, pero asombrosamente ese niño no cambia ni cambiará. Como bien apunta Elvira Lindo, se unirá al bando de los ignorantes, al rebaño de ovejas.

Ahora nos podríamos plantear, ¿por qué pasa esto? ¿Tienen la culpa los padres del niño por la mala educación que le han ofrecido? ¿Tienen la culpa esos dibujos animados japoneses? ¿Tienen la culpa los profesores, que no han sabido sacarlo de aquel sofá? ¿Tiene la culpa la visita por no haberle arreado un guantazo? ¿O tienen la culpa los padres de sus padres por haber hecho lo mismo con sus progenitores?


En definitiva, la culpa no es de nadie. Es de todos. Todos deberíamos tratar de despertar ese instinto de curiosidad, de emprender, de tener ganas de luchar, de superación… ya sea en nosotros mismos o en el prójimo. Si fuese la visita le diría al niño que tuviese la decencia de levantarse a saludar y no quedarme callada junto a la puerta. Si fuese sus padres, le hubiese enseñado lo que es el respeto. Si fuese su profesor, le hubiese dicho que la próxima vez que se duerma en clase no entraba más. Y si hubiese sido su compañera le hubiese tratado de enseñar que el mundo exterior es mucho mejor que esa pantalla de la televisión. Y entonces, si todos hubiésemos puesto de nuestra parte, el niño hubiese cambiado y ahí es cuando entonces se hubiese empezado a preocupar por todo y por todos un poco más. Nunca es la culpa de uno solo.