martes, 16 de diciembre de 2014

COMENTARIO CRÍTICO- SAN MANUEL BUENO, MÁRTIR

Este fragmento pertenece a la célebre obra de San Manuel Bueno, mártir, escrita en el año 1931, cuyo autor Miguel de Unamuno perteneció a la Generación del 98, surgida a partir del desastre del 98 en España provocado por un malestar social generado por la Crisis de Fin de Siglo.

En el texto, Don Manuel le confiesa a Lázaro que él no cree realmente en la fe cristiana, sin embargo, sí cree en la ilusión provocada a sus feligreses en el ámbito de la religión ya que de esta forma les ayuda a sobrellevar una vida difícil en una época de las mismas características.

Por lo tanto para él la fe cristiana es necesaria pero para sus feligreses, para que estos tengan consuelo y sean felices.

Como acabamos de comentar, el protagonista cree ciegamente que lo mejor es que las personas crean en la religión, ya que esta es la que proporciona la felicidad y los valores necesarios para la vida plena. Aunque esto se podría tomar como que la religión tan solo es un engaño, una estafa, mediante la que se logra que las personas sean ignorantes y no luchen contra las injusticias sociales.

Con esto último hemos de tener cuidado ya que en contra de esto podrían argumentar que Jesús de Nazaret, en el que se basa la fe cristiana, fue un revolucionario de su época ya que luchó intentando solventar las injusticias sociales y siendo completamente consciente de las dificultades que sus ideas y propuestas le acarrearían en esa época.

Por lo tanto si esta fe está basada en dicho personaje histórico no es lógico que sea utilizada como "opio para el pueblo", como pensaban algunos filósofos como Karl Marx.

Aunque como contrargumeto encontramos que es cierto el malestar que a lo largo de la historia ha provocado la Iglesia en general, posicionándose la mayoría de las veces al lado de las riquezas y el poder y no al lado del necesitado. Sin olvidar el daño hecho por la inquisición en la Edad Media.

A esta pérdida de la fe en la Iglesia aunque no necesariamente en la propia fe cristiana se le asigna el término de anticlericalismo, que fue símbolo de progresismo, reflejado en diversas obras de la época.

Como conclusión pienso que en la vida debemos mantener diversos sueños e ilusiones pero siendo críticos incluso con nuestras propias ideas y sin consentir resignarnos a la ignorancia cotidiana que nos ofrece la actualidad.

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